miércoles, 28 de septiembre de 2016

"Preocupate de tu propio útero..."

Preocúpate de tu propio útero...En alguna parte hay una mujer de (...)  años y sin hijos. La gente le pregunta: "¿Sigues sin tener hijos?" y su respuesta varía de un día a otro, pero suele incluir sonrisas forzadas y censura.
"No, aún no", contesta entre risas, intentando ahogar la frustración.
"Bueno, no esperes mucho más. El tiempo corre, ya lo sabes", le aconseja la erudita de turno antes de marcharse, satisfecha consigo misma por haber compartido tal sabiduría. La erudita se va. La mujer aguanta la sonrisa. A solas, llora...
Llora porque se ha quedado embarazada cuatro veces y porque ha abortado las cuatro.
Llora porque lleva intentando quedarse embarazada desde la noche de bodas, y eso fue hace cinco años.
Llora porque su marido tiene una ex mujer que sí le ha dado hijos.
Llora porque quiere probar la fecundación in vitro desesperadamente, pero no se lo puede permitir.
Llora porque ya ha probado la fecundación in vitro (en varias ocasiones) y sigue sin tener hijos.
Llora porque su mejor amiga no quiere ser su vientre de alquiler. Como ya le ha dicho, "sería muy raro".
Llora porque la medicación que está tomando impide que se quede embarazada.
Llora porque este tema es motivo de conflicto en su matrimonio.
Llora porque el médico le ha dicho que ella está bien, pero en el fondo sigue pensando que la culpa es suya.
Llora porque su marido se echa la culpa, y esa culpa hace que sea difícil vivir con él.
Llora porque sus hermanas tienen hijos.
Llora porque una de sus hermanas ni siquiera quería tener niños.
Llora porque su mejor amiga está embarazada.
Llora porque su madre le sigue preguntando que a qué está esperando.
Llora porque sus suegros quieren ser abuelos.
Llora porque sus vecinos tienen gemelos y los tratan fatal.
Llora porque hay chicas de 16 años que se quedan embarazadas sin querer.
Llora porque es una tía genial.
Llora porque ya había pensado nombres.
Llora porque en su casa hay una habitación vacía. Llora porque dentro de su cuerpo hay un vacío.
Llora porque tiene mucho que ofrecer.
Llora porque su pareja sería un gran padre.
Llora porque podría ser una gran madre, pero no lo es.
Estas mujeres están por todas partes. Son nuestras vecinas, nuestras amigas, nuestras hermanas, nuestras compañeras de trabajo, nuestras primas. Nuestros consejos u opiniones no les sirven para nada. Sus úteros son solo suyos. Respetémoslos.
Una versión de este post fue publicada originalmente en NadirahAngail.com.
Este post fue publicado con anterioridad en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

martes, 27 de septiembre de 2016

Reformulando el concepto de familia...


Durante muchos años de mi vida necesité reformular el concepto de familia, con las nuevas definiciones que hoy manejan las ciencias sociales, donde los lazos biológicos no son excluyentes sino las personas que conviven bajo un mismo techo, con lazos solidarios.

Y además con otra diferencia, entre familia biológica (sanguínea), familia elegida (amigos) y la familia de almas (con las que uno viene a cumplir una misión), y sentía que no coincidían en absoluto. Mi definición más sentida es la de familia como "comunidad interna".

Decía y sentía, mis amigas son esos ángeles que sostienen mi vida, cada día.
Esto refleja cómo fuí necesitando reformular el concepto de familia en los distintos momentos o etapas a lo largo del caminar, de mi crecimiento.

Me gustaba y me gusta el concepto de Red/ redes, como el de "trama", que hacen referencia al concepto de "tejido social", como esos hilos, o lazos, que nos mantienen unidos, tanto como el concepto de comunidad "común-unidad". Conceptos con los que intentaba "encajar", ya que con el de familia tradicional, no lo lograba.

Hasta cierto punto, recuerdo la sensación de rechazo por reconocer el valor de los lazos de sangre de mi familia biológica.

Ahora siento que fue un proceso genuino y que fuí siguiendo una secuencia de sincronicidades que me fue llevando, que hoy recién hoy puedo valorizar y revalorizar.

Hoy los tengo a todos en mi corazón, todos los no nacidos, me han llevado como representación de esos aspectos escindidos, cuando estamos ausentes, o desaparecidos para nosotros mismos, me han ayudado a reconectar con ese anhelo sagrado.

Este anhelo me lleva a seguir tendiendo puentes en la tarea con cada familia que llega a mi consulta, con el propósito de dar un lugar, reconocer, y honrar los hijos que pudieron y los que no pudieron  llegar, todos en un orden superior, que es el Orden del Amor.


En esta hermosa definición del Amor Universal que nos regala la Poesía, citando a Walt Wittman, en Canto a mi mismo" 

"... Y sé que la mano de Dios es la promesa de la mía, 
y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío,
y que todos los hombres y todas las mujeres,
engendrados en todas las edades y tierras,
son mis hermanos, hermanas y amantes..."

Quisiera compartir esta hermosa definición de familia, tan inclusiva, con sus vivos y sus muertos, y los elementos de la naturaleza, que realmente son nuestra familia originaria en la Tierra, toda vida sobre el Planeta, los animales, la naturaleza, el cielo, el sol, la luna, las estrellas, todo lo que nos acompaña en forma de vida en este bello planeta azul, es nuestra familia, !!! Gracias por esta poesía !!!


sábado, 24 de septiembre de 2016

Reconozco, pido perdón, perdono, agradezco, amo y honro a la mujer, niña, madre, abuela ... que soy, que habitan en mi.

Yo reconozco a la niña que hay en mi
Yo reconozco a la mujer que hay en mi
Yo reconozco a la mujer que es mi madre
Yo reconozco a la mujer que es mi abuela
Yo reconozco a todas las mujeres que habitan en mi

Yo pido perdón a la niña que hay en mí
Yo pido perdón a la mujer que hay en mí
Yo pido perdón a la mujer que es mi madre
Yo pido perdón a la mujer que es mi abuela
Yo pido perdón a todas las mujeres que habitan en mí
Yo perdono a la niña que hay en mí
Yo perdono a la mujer que hay en mí
Yo perdono a la mujer que es mi madre
Yo perdono a la mujer que es mi abuela
Yo perdono a todas las mujeres que habitan en mí
Yo agradezco a la niña que hay en mí
Yo agradezco a la mujer que hay en mí
Yo agradezco a la mujer que es mi madre
Yo agradezco a la mujer que es mi abuela
Yo agradezco a todas las mujeres que habitan en mí
Yo amo a la niña que hay en mí
Yo amo a la mujer que hay en mí
Yo amo a la mujer que es mi madre
Yo amo a la mujer que es mi abuela
Yo amo a todas las mujeres que habitan en mí
Yo honro a la niña que hay en mí
Yo honro a la mujer que hay en mí
Yo honro a la mujer que es mi madre
Yo honro a la mujer que es mi abuela
Yo honro a todas las mujeres que habitan en mí
(Hacemos una reverencia, nos inclinamos hacia delante con ambas palmas hacia arriba).

Autoría  http://www.cantarosagrado.cl/



El útero puede sacudir las conciencias y los inconscientes...

“La recuperación del útero servirá para recuperar la conciencia y viceversa (…) Si la conciencia puede sacudir el útero, el útero también puede sacudir las conciencias y los inconscientes! (…) Las mujeres tenemos que contarnos muchas cosas. De mujer a mujer, de mujer a niña, de madre a hija, de vientre a vientre. Las mujeres tenemos que aprender a escuchar y a sentir los latidos del útero, especialmente cuando late produciendo oleadas orgásmicas, y cuando viene la regla, visualizar cómo las mujeres de la India, los pétalos de una flor desplegandosé…”

Casilda Rodrigañez Bustos
Mujeres nos convocamos
Aquí vale la pena mencionar que somos las mujeres, las que lo sufrimos como experiencia directa, se trata de  nuestro cuerpo, nuestros vientres, úteros, matrices femeninas, hormonas,  psiquismo, emociones, y sistema nervioso femenino, con un tipo de procesamiento también femenino. Por lo cual considero, que también hemos de ser las mujeres las que nos podamos asistir, acompañar, resonar emocionalmente y empáticamente.
 Ya que por identidad de género, por lo que mencionamos anteriormente como el “Proyecto Sentido” y el “Programa de Vida”. El la madre la que transfiere la mayor información , la que lo lleva en su vientre,  la que por ende sufre la pérdida visceralmente. Y fundamentalmente las mujeres tenemos esa capacidad afectiva más desarrollada. Acompañar el duelo, es volver a maternar, naturalmente  lo vamos a hacer desde el amor. Y si te ha tocado transitar la experiencia,  tu ayuda va a ser potencialmente mucho mayor.
 Las mujeres tenemos la posibilidad más facilitada por naturaleza  de acompañar a otras mujeres. Básicamente  por identificación,  hermanamiento, sororidad,  diversos mecanismos  hormonales, y  bioquímicos que también se activan, somos nosotras las que espontáneamente  emanamos esa capacidad. Y digo “emanación” porque  es una cuestión también  energética,  y de  cualidades emocionales/ afectivas de la mujer, más desarrolladas que van desde la capacidad de escucha y  la empatía en un abanico muy amplio hasta la compasión.

El apego al Dolor. Una mirada desde Casilda Rodrigañez Bustos

El apego al dolor

Algunos autores como Casilda Rodrigañez Bustos, afirman que con la intervención de la medicina, al servicio del poder imperante, en  la forma de la  ruptura de la simbiosis inicial de la vida, cuando se separa al recién nacido del cuerpo de la madre, se genera un plus al trauma de nacimiento.  En el  que se produce un impacto de por vida (life long impact), debido a la toxicidad neuroquímica que las hormonas del estrés y del miedo producen en un sistema neurológico en maduración. La endocrinología, también explica los efectos patológicos de las descargas persistentes de las hormonas del estrés y del miedo, en términos de sumisión bioquímica.   La “Falta Básica” en lo psíquico, concepto de M. Balint sumado al “life long impact” en lo somático, teniendo en cuenta que nacemos sólo con el 25 % del sistema neural formado, dejan a la criatura humana en un estado de vulnerabilidad de por vida. Por supervivencia y sobreadaptación, queda el humano en estado de  sumisión, indefensión y dependencia vincular. Sentimientos como la soledad, la angustia, el miedo,  la ansiedad persistente, pasan a ser estructurales en la condición humana, dejando la predisposición a todo tipo de dependencias, adicciones  y la tendencia a los apegos.  

lunes, 19 de septiembre de 2016

Prólogo de Samari Luz para el libro.

 Encuentro que este manuscrito es un manual de instrucción permanente para el acompañamiento terapéutico, enfocado a profundidad en el sensible territorio del umbral que existe entre la esperanza y la pérdida de un nuevo ser.
 Cuando un profesional formado académicamente toma el lenguaje para redimensionar nuestras creencias sobre un tema tan humano y natural como el dolor, estamos ante una puerta para generar grandes cambios en nuestra vida. Hay una palabra que la autora aplica y que quiero resaltar como eje fundamental de la acción que esta obra ha de realizar en los lectores, la “invisibilización”.
 Cómo el duelo no tiene lugar en nuestro tiempo histórico y cómo la carencia de la experiencia del dolor aceptado, puede desconectarnos de nuestra humanidad más simple. Es un gran gusto y un reto prologar una obra literaria que logra crear un discurso totalmente innovador a la vez que integrador.
 Acunar la luna : ​de alguna manera abrazar la desconexión, el desconocimiento e ignorancia producto de la invisibilización del dolor. Resalto el verbo “invisibilizar”, que resulta un eje fundamental para entender el lugar que ocupa el duelo en nuestra sociedad. Además de un tipo muy especial de dolor y de duelo, como bien dice, que ha permanecido encapsulado.
 Vivimos un tiempo de transición de paradigmas, donde la autora logra conquistar un espacio a nuevos entendimientos sustentados en sólidos pilares científicos, académicos y filosóficos, para generar un espacio de cuestionamiento, e innovador, con un lenguaje que nos acerca a su corazón maternal, desde donde nos resulta natural y comprensible toda una serie de conceptos que podrían desestructurar numerosas creencias y “verdades” solidificadas que configuran nuestro mundo y lo que aceptamos de este.
 Despertar al Sol: ​Todo brota a la superficie para ser sanado, la autora se encuentra receptiva a la escucha de sus propias memorias y así es como se encuentra a sí misma, ante enormes nudos de dolor espiritual almacenado por generaciones en su familia. El duelo encapsulado por los no nacidos y su silenciosa huella en todos los miembros de la familia.
 La Luna Nueva, para nosotras en la espiritualidad y la metafísica nativa femenina, la luna nueva representa la fase menstrual, pero también la fase del reinicio, la fase del vaciado y la renovación. También asociamos al elemento Agua donde reina el mundo emocional en respuesta a las profundidades del subconciente, es por ello que honramos el tiempo de luna nueva para darnos la oportunidad de visibilidad, de encarar lo que ha permanecido oculto, para envolverlo en amor, perdón y belleza a través de la propia comprensión y compasión por nosotras mismas. La autora ha profundizado este trabajo a mi lado a lo largo de 3 años, compartiendo y conduciendo la experiencia en un espacio colectivo, o dispositivo grupal como bien llama al Círculo de Mujeres.
 Las 13 Esencias Espirituales Femeninas
 ​Durante el año 2014 he comenzado un estudio, el de las 13 Esencias Espirituales Femeninas Madres Clan, partiendo de un recuerdo espiritual y encontrando su primera materialización narrativa en la tradición Sioux, desde donde parto para desarrollar 13 arquetipos femeninos, los cuales, muy distantes del esoterismo definen a 13 mujeres reales, 13 “Evas mitocondriales” que han formado sus clanes y han dejado en su descendencia, cualidades, potenciales y dones, pero también profundas huellas de dolor humano forjado en la experiencia vital.
 El caso es que María Andrea ha participado activamente en este ciclo anual haciendo una meditación mensual a cada Madre Clan. Comenzamos con la luna de enero, para mi como autora de esta información renovada por una nueva visión establecida en la metafísica, superando a la tradición devocional, ha sido un profundo viaje interno que ha podido hacer emerger memorias muy profundas, llevándome tanto a mi como a las mujeres que entraron en esa dimensión subconciente a trabajar, cada mes a vivencias de ambas polaridades de cada arquetipos, estos son:
1 • La mujer que habla con los parientes: todos los lenguajes, con la familia originaria, con los elementos: el agua, el aire, el fuego y la tierra. (enero)
2 • La mujer Piedra. Representa la sabiduría. El reino mineral conserva la historia de todos los tiempos del planeta.(febrero)
3  • La mujer Verdad. Ella que sopesa la verdad. La mujer Àguila.(marzo)
4 • La mujer de Visión. Ella, la recolectora,  que preveé y visualiza el futuro.(abril)
5 • La mujer que escucha.  La mujer lechuza.(mayo)
6  • La mujer cuenta cuentos, la que es capaz de reescribir su historia. (junio)
7  • La mujer que ama, la mujer que conoce del amor incondicional (julio)
8  • La mujer que sana, la gran curandera, la mujer medicina. La madre osa. (agosto)
9  • La mujer sol poniente, es la que conoce del amanecer y del atardecer de la vida, la que conoce del umbral del misterio. (septiembre)
10  • La mujer araña, creadora de la nueva sociedad, tiempo de reconciliación de origen y destino. (octubre)
11 • La mujer radiante, la que se desidentifica de los méritos, resultados, y fortalece su esencia. (noviembre)
12  • La mujer adoradora, la que agradece a la naturaleza, la devocional.(diciembre)
13 • Luna de transformación, la autocreación, la que integra los potenciales de las 12 madres clan, la que trae el potencial de la nueva energía femenina. (enero).
 Para ella, una mujer hija de la “Luna de Transformación”, la medicina ha sido la de resolver de una forma innovadora las memorias acumuladas en la ginergía (energía femenina) familiar, para dar un paso más allá. Cuando una mujer llega a sus 52 años, llega a un vórtice, atraviesa un umbral hacia el camino de la sabiduría.
 María Andrea se descubre a sí misma con toda la vitalidad y en un acto de valentía casi heroico por ella misma y sus antepasadas, toma la fuerza de toda su experiencia, conocimiento y las posibilidades que tiene en esta fase de su vida, para formular un campo de estudio totalmente necesario, urgente, con una mirada benevolente.
 Esta es la edad de la Abuela, esa es la energía amorosa y maternal que encontramos en su discurso, lleno de vitalidad, energía que ella renueva en cada acompañamiento terapéutico, y esa es la otra de las grandes características de este libro, su gran valor terapéutico, más allá del tema tratado. Muestra una base humanista en el trato a las personas, despertando en el terapeuta cualidades esenciales para este nuevo tiempo.

En medio de todo este cúmulo de energía que se entreteje, ella construye un legado partiendo de su propia autosanación para extenderlo a todo el género femenino, y así a la pareja, a la familia, a la sociedad y al mundo.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Gracias al Programa de Still Birth Support Rocío Cuellar

Declaración Universal de Derechos para los Bebés fallecidos Intraútero.
Principio 1: El bebé fallecido intraútero será considerado un ser humano y por tanto le será reconocida la condición de persona una vez que se separa del seno materno.
Principio 2: El bebé fallecido intraútero tiene derecho desde que es separado del seno materno, a un nombre, apellidos, filiación y una nacionalidad.
Principio 3: El bebé fallecido intraútero debe gozar de los beneficios de la seguridad social. Deberán proporcionarse tanto a él como a su madre, cuidados especiales y el tratamiento de sus restos mortales ha de ser digno y adecuado a la condición humana que posee.
Principio 4: El bebé fallecido intraútero tendrá derecho una vez desprendido del seno materno a ser despedido por sus padres y familiares, en condiciones de humanidad y respetabilidad.
Principio 5: El bebé fallecido intraútero tendrá derecho a ser inscripto en el Registro Civil con los mismos derechos y condiciones que los bebés nacidos vivos, ocupando el lugar que le pertenezca en la numeración de hermanos que le corresponda en su núcleo familiar.
Programa Asesoras Still Birth Support

Rocío Cuellar 2015.

Algunas cuestiones de la relación madre/hija dentro del Patriarcado, lo personal es político


La relación madre/hija
 En tantos años de consultorio, en mi experiencia como psicoterapeuta familiar,  la relación más dañada, profundamente dañada  es la relación madre/hija. La gran herida en la hija, es la madre del Patriarcado.
La niña aprende de su madre a contemplarse a si misma a través de la mirada del hombre”
“El hecho de que la niña viva la relación con las mujeres sólo a través del hombre, con esta especie de filtro que hay entre ella y la madre, es la razón más profunda de la división que encontramos entre una mujer y otra mujer; las mujeres estamos divididas en nuestra historia desde siempre, no sólo porque cada una de nosotras está unida socialmente a su propio marido, a los hijos –este es el aspecto visible de la separación-, la división se da a un nivel más profundo, al no conseguir mirarnos la una a la otra, al no ser capaces de contemplar nuestro cuerpo sin tener siempre presente la mirada del hombre.”
Lea Melandri
Es necesario hacer conciente  esta  triangulación vincular, por la cual las mujeres quedamos invisibilizadas, rivalizando, compitiendo, enfrentadas, roto el vínculo de esa simbiosis inicial de la vida, que es la relación madre-hija por la mirada masculina patriarcal.
Según  Casilda Rodrigañez  Bustos, a partir de la reinterpretación de la fábula de Edipo de Sófocles, personaje que encarna una auténtica tragedia.
“Edipo fue estigmatizado antes de nacer; la mujer que le gestó y que le parió, no deseó su vida sino su muerte, promocionando el paradigma de la mujer patriarcal que, dentro de la institución del matrimonio, debe sacrificarlo todo, incluídos los propios hijos, por el padre. El deseo de vida, de generar la vida y de proteger a las generaciones, propio de la maternidad, cede ante la ley, según la cual, la vida debe mutilarse para someterse a la empresa del Poder y a aquellos que lo encarnan”
 La autora nombra y conceptualiza como  “matricidio” y “fratricidio”,  la evidencia  del daño en el corazón de nuestros vínculos, las madres atentando contra sus hij@s, y las hermanas atentando y confrontando entre sí .
Según Mary Daly  en “Gin-Ecología”:“Cegadas y des-alentadas por estas ataduras mentales, las hijas sienten enojo por la impotencia de sus madres ante el dominio patriarcal. Y sin embargo, el tirón hacia la madre siempre está presente: la hija la busca por doquiera. Deméter y Perséfone se buscan una a otra en todos los sitios equivocados, en rostros extraños y, lo más trágico de todo, en el varón . Las hijas buscan la madre perdida en sustitutos masculinos, volviéndose hacia ellos en busca de la divina chispa de estímulo que ellos no poseen ni pueden dar , ya que es la legítima herencia de nuestro propio género”                                                                        
El rol materno, tan dañado y tan sufrido por todas, este rechazo activo a ese modelo de mujer. Modelo que se despliega en una multiplicidad de subtipos,  en un abanico que va desde la sumisión, esa madre que sólo tiene ojos para el padre, en desmedro de sus hijos, a la  madre abnegada, la madre incondicional, que renuncia y posterga en todo por el bienestar de su familia. El prototipo de la víctima, la madre enferma que responsabiliza a todos por su infelicidad. En el otro extremo del abanico, la madre violenta, modelo que se observa también en  el arquetipo de la madre oscura de  los cuentos de hadas : la madrastra, la bruja, o maléfica.
En síntesis, es la madre que reproduce los valores de una cultura misógina, que reprime, condena, mutila, excluye, abandona y desprecia  a sus hijas mujeres. Madres que avalan en complicidad  las violencias y abusos masculinos. Hijas que ya no denuncian a sus padres sino a ellas, porque no se pudieron defender a si mismas, ni las pudieron defender. Hijas que heredan de sus madres una herida que imprimirá varias generaciones de mujeres. Madres entregadoras, represoras, violentas también…
Con estas malformaciones  del rol materno, evidentemente las hijas adultas  llegado el momento de la asunción de su propia maternidad, la  biología responde como puede , sus cuerpos rechazan la asunción de un rol  repudiado, y maldito . Ser madre se traduce en una serie de claudicaciones, condenas y  representa en muchos casos renunciar, incluso atentar subjetivamente contra la vida del hijo y la propia. No puedo dejar de mencionar esta problemática, ya que luego se traduce tanto en sintomatología ginecológica,  infertilidad y en muerte intrauterina.
Mi tarea  central como terapeuta ha sido  ayudar a construir una mirada comprensiva y compasiva hacia  esas mujeres, nuestras  madres, para entender los avatares de un tiempo histórico, donde se vieron forzadas por supervivencia, por adaptación, por ignorancia a reproducir las aberraciones de las cuales fueron víctimas también.  Sólo una mirada desde la aceptación y el perdón nos va a permitir reconciliarnos con lo que nuestras madres han podido, con la tragedia que les tocó vivir.

 “ Hay un  vacío que sienten las  mujeres de este tiempo, de esta cultura; un vacío que las hace sospechar que su naturaleza femenina, al igual que Perséfone, se ha ido al infierno. Ese vacío femenino no ha de curarse en conjunción con lo masculino,  sino por una integración de si misma, por reunificar el cuerpo madre/hija.”          
           Eleonor  Hall “La luna y la vírgen”

Más que desafío, una verdadera  proeza  para  las nuevas generaciones, mucho por  sanar, si es que nosotras les abrimos el camino,  Este es nuestro  legado: un despertar de conciencia, un camino de re-construcción, de revalorización, hacia una Nueva Conciencia Femenina.

Lo personal es político
 S. Freud, médico neurólogo austríaco ( 1856-1939)  le debe la conceptualización del Psicoanálisis, a esas mujeres , que él llamó histéricas, que no encontraban otra manera de expresarse, que no fuera manifestar en sus cuerpos, cegueras histéricas, parálisis histéricas, y toda una vasta sintomatología que intentaba mostrar el grito ahogado del derecho a una identidad, a ser reconocidas por una cultura que el mismo Freud definió como “ falo céntrica”, con el tiempo la sociología y la antropología definieran  como Patriarcado.
“Es necesario reconstruir la contradicción hombre-mujer a partir de la negación del cuerpo de la mujer, y por tanto lo que en psicoanálisis tradicional aparece como el problema de la enfermedad, de neurosis, desadaptación, etc, se convierte en una contradicción material. La mujer se encuentra desde el principio sin una forma propia de existir, como si el existir de la mujer se hallase ya incluído en una forma de existencia (mujer, madre, hija) que la niegan en cuanto mujer. Ser madre significa existir y usar el propio cuerpo en función de un hombre, y por lo tanto una vez más, carecer de sentido y del valor de la propia existencia en todos los niveles. Esta negación de si misma es interiorizada a niveles tan profundos que es como si las mujeres a lo largo de su historia no hiciesen más que repetir esta experiencia de la autodestrucción. Por eso, el discurso sobre la violencia masculina, sobre la vejación, la dominación, los privilegios, etc. Seguirá siendo un discurso abstracto si no se tiene en cuenta el aspecto interiorizado de la violencia, la violencia como negación de la propia existencia. La negación de si misma empieza a funcionar desde el nacimiento, a partir de la primera relación con la madre, donde la madre no está presente como mujer con su cuerpo de mujer, sino que está allí como mujer del hombre, para el hombre…”
Lea Meandri

La raíz de todas las enfermedades, padecimientos, y sintomatologías de una mujer radica fundamentalmente en poner en primer lugar las necesidades de los demás, y por último las propias.  La identidad fundada en “ser-para-otros”, en vez de “ser-para-si”, es la clave para comprender la gran herida histórica de la mujer  como herencia cultural del Orden Patriarcal.
Asumir algunas de estas cuestiones, en el enfoque del duelo gestacional,  es avanzar de  una posición  aparentemente personal  y subjetiva, hacia   una posición  absolutamente  social y política. De aquí deviene la afirmación “lo personal es político”.

 “La espiritualidad y el activismo deben ir de la mano, pues el Espíritu y la Naturaleza son indisociables”   

                                                                    “Starhawk”



Introducción al Tercer Capítulo del libro.

“La fertilidad es un torrente de bendición que puede pasar desbordando los ríos y cuya ausencia es la desolación. 

Millones de mujeres en el mundo anhelan ser madres y otras millones se ven invadidas por una concepción inesperada  que les cambia la vida.
Todas las energías, memorias y huellas de estas experiencias nos pertenecen en algún nivel.
A medida que cada una sana la relación con esta energía sanamos todas y los hombres también.”

                                                                                                            Samari Luz

 Para iniciar este capítulo, lo primero que debo  decir, es que estamos frente a una nueva especialidad dentro de las Ciencias de la Salud, que se denomina “Duelo gestacional y perinatal”, así se describe al proceso de pérdida, por la interrupción de una gestación, ya sea natural o provocada, que atraviesa una mujer, y secundariamente su pareja, familia y su entorno

Duelo es un concepto  de las ciencias sociales, especialmente de la psicología, y proviene del  latín “duelum”,  en su  doble acepción como y en tanto  dolor y desafío.
“En ninguna otra situación como el duelo, el dolor es total, es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad); social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de los otros)) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido, duele el pasado, el presente, y especialmente, el futuro. Toda la vida en su conjunto duele ”

                                                                                    Dr. Jorge Montoya Carrasquilla.
Mi enfoque
Ya entrando en la introducción, voy a presentar mi  enfoque desde una visión humanista e Integral, fundamentalmente esperanzadora,  con el aporte de distintas corrientes, la visión cuántica del transgeneracional, la visión sistémica familiar, y la espiritualidad femenina ancestral . También voy a presentar una perspectiva personal, mi propia síntesis  y un aporte superador en la mirada sobre el duelo gestacional y perinatal.
Este aporte personal esencialmente, introduce una nueva visión  a los enfoques tradicionales, donde el objetivo final es la aceptación, el despedirse, y continuar con la vida. En todo ese proceso, los últimos aportes de distintas corrientes apuntan desde el concepto de resilencia, a la transformación y al crecimiento.  Yo invito a ir más allá, tomando la despedida como un “reencuentro”, con la posibilidad de recupero de este hijo, y con la intención de darle un lugar en la trama familiar. El proceso de aceptar la realidad de la pérdida, no hace énfasis en el despedir sino en acoger, en recibir, en dar la bienvenida, y nuestra  bendición  desde la certeza de nuestro amor, de que este ser está con nosotros por siempre. 



Carta de Daniela a Santiago


Querido hijo
No sé cómo empezar, quizás lo que siento más fuerte es la necesidad de pedirte perdón, de hacerte saber que me arrepiento de lo que hice, y que siento un amor inmenso por vos. Si pudiera abrazaría eternamente hasta demostrarte lo que significa mi amor por vos.
Me encantaría tenerte en mis brazos, para poder cantarte una canción, besarte, acariciarte calmarte, acurrucarte….
Espero que estos deseos lleguen a donde estés y puedas sentirlos con la misma fuerza que yo los siento adentro mío.
Si pudiera volvería el tiempo atrás y tomaría otra decisión, …pero ya no puedo, y es por eso que escribo esta carta. Así de alguna manera me acerco a vos, con el sentimiento de amor, y este amor te alcanza en donde te encuentres.
Vas a ser siempre mi angelito y se que donde estas, estas bien y te cuidan bien. Desde el lugar donde estoy, tratare de protegerte con el calor y la energía del amor, que espero, ojala…te abrace muy muy fuerte.
Sé que en algún momento nos volveremos a encontrar y ojalá que donde sea y de la forma que sea, podamos darnos ese tiempo que nos merecemos juntos.
Estuviste, estas y vas a seguir estando conmigo, en mi corazón y alma. Y cuando que te escuche solo acércate a mi corazón que me voy a dar cuenta que estás ahí.
Te ama hasta el infinito.

Mamá

Introducción al capítulo de los testimonios.

“Dar testimonio de la vida de otra persona no es poca cosa. Escuchando con comprensión y compasión, damos validez a la vida de los demás, damos sentido al sufrimiento y ayudamos a perdonar.”                                                                                           Jean Shinoda Bolen
Escuchar desde la aceptación, va a ser el hilo dorado, conductor de todo este libro. La aceptación y la empatía son dos conceptos muy profundos que vamos a desarrollar más adelante. Sin embargo, aquí diremos que han sido la condición de posibilidad, que se abrieran ante mí, la calidad de los testimonios. Historias de vida ante las cuales me siento elegida, honrada y profundamente agradecida, de haber sido testigo, y testimoniado.
“Estoy convencida de que cualquier ser humano que pueda actuar como testimonio de otra persona a nivel espiritual es capaz de sanar la soledad y el aislamiento que de lo contrario se  apoderaría de ella. Dar testimonio es una experiencia recíproca porque al testimonio también le afecta la experiencia relatada por la otra persona. Para comprender profundamente la experiencia de otro individuo debemos ponernos en su lugar y permitir que esa experiencia nos afecte a nosotros.”                                          Jean Shinoda Bolen.
 Que nos afecte significa permitir que nos transforme, es un doble proceso, el que da testimonio, y el que escucha, ambos son modificados, y transformados, y bendecidos.
“Dar testimonio es (en un sentido ritual) escuchar la confesión de otra persona, que es el movimiento de apertura de la sinfonía arquetípica de la redención y la sanación. Así es como se inician la mayoría de los ritos y terapias espirituales.  El primer paso de cualquier proceso de sanación contar lo ocurrido a alguien que escuche sin juzgar”. J.S. Bolen.

Aquí llegamos al aspecto central, de nuevo al hilo dorado conductor, que retomaremos luego en mayor profundidad, pero que no podemos dejar de mencionar en este momento, porque es el espíritu que me guía, el sustento vital de “Acunando …  la escucha activa, empática, desde la aceptación, en  una danza de resonancias,  con la abstinencia de juicios de valor, es la fórmula indudablemente más eficaz,  para cualquier proceso de sanación, y más especialmente para este tipo de procesos, que implican la pérdida de un hijo en  gestación.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Testimonio Magdalena

Voltear atrás

Hace varios días María Andrea me concedió el honor de poder hablar de esto.

Amo escribir: me fluye naturalmente, como respirar, como sudar.

Sin embargo, este tema ha quedado colgando en blanco, a la espera.

Trabajo mucho, y es comprensible a veces que algunas cumplir algunas promesas y deudas cueste un poco más.

Recién acabo de reparar, que el asunto no es la carga laboral, ni el tiempo, ni la noche, ni la playa.

A esta hoja en blanco al otro lado de la pantalla no quería mirarla.

Así como por casi 20 años no me había atrevido a ver de frente a los ojos una realidad a la que simplemente le hacía a un lado, como cuando uno camina por la calle y ve a una señora indígena indigente pidiendo dinero con su niño en brazos: no la veo, ergo, no existe.

No existe, pero pega, duele, algo huele mal.

Y, ¿Qué es lo que huele mal? Sigamos con el ejemplo de la señora indígena indigente. Uno sigue de largo y piensa “Este país se fue a la mierda” “Pobres indígenas, nuestros portadores milenarios de la sabiduría de esta tierra” “Pobre señora” “Si la veo mucho, me va a pedir real”.

Entonces, una sigue de largo....ya pasó, no me vio, no la vi, la vida sigue maravillosamente bien.

Luego, te metes en redes sociales, conversas con personas, y el coro en común es “El país se fue a la mierda”. “Nada funciona”. Una se erige en gran opinadora de causas utópicas: nos creemos adalides de la verdad por publicar un meme, por decir una frase medianamente inteligente, un lugar común que genere muchos “likes”.... y la vida sigue. Y la imagen de la anciana indigente indígena sentada en el suelo con su niño de la mañana se va difuminando en la memoria hasta hacerse simplemente un vaho negro...una bruma oscura que queda atrás. No la ves, pero queda en la espalda.


Me practiqué cuatro abortos entre 1996 y 2010. Tres, quirúrgicos, y uno, con citotec. Y tuve una pérdida espontánea cuando quise tenerla, en 2010.

Tenía 18 años cuando me practiqué el primero, y casi cuatro meses de gestación. Creo que era niño. Lo llegué a sentir durmiendo en mi barriga cuando me despertaba en las mañanas. Llegué a golpear la panza con arrechera, con miedo, con frustración. Llegué a cantarle a la panza, llegué a escribirle poemas. Vimos juntos la película “Babe”, y me preguntaba si mejor seguía el curso de la naturaleza y veíamos qué podía pasar. El papá de la criatura al enterarse del embarazo ya se estaba aburriendo de mí, y empezó a engañarme con una amiga mía, que luego se convertiría en su flamante esposa. Mi “amiga”, era quien me daba consejos en mi desespero y terror. Las relaciones con mi madre eran una mierda: mi mamá estaba enloquecida y me trataba como su enemiga, como su competencia. Yo me escapaba de casa para verme con el que era mi novio y papá de la criatura, hasta que quedé embarazada y entonces empezó a apartarse de mí. Estaba en el tercer año de la carrera: una carrera dura y fuerte. La escuela de Idiomas Modernos de la UCV tiene fama de ser modelo de convento medieval con todas las implicaciones que tiene esta imagen poética. No tenía amigos: era el objeto de burla de todos...
Un año antes tenía la decisión tomada de suicidarme, hasta que por giros de la providencia empezaron a aparecerse en la calle personas que me “leían”. Sin conocerme, me ofrecían ayuda, me decían todo lo que sabían de mi vida, sin yo decirles nada. “Ten cuidado con un aborto”, me dijo un psíquico en la calle.

En aquella época yo no sabía que existía el otro lado de la pared. De niña, llegué a tener visiones, ensoñaciones y la certeza de que habían otras dimensiones: mi abuelita se despidió de mí en sueños poco antes de morir, y el misterio para mí siempre había sido un tema apasionante de niña.

Siendo una niña solitaria, y blanco siempre de las burlas de todos, las muñecas, los cuentos y la fantasía eran mi refugio.

Pero el tiempo pasa, y con él, la vida. Y este tipo de sensibilidades se atrofian, o se olvidan momentáneamente. Hasta que el dolor o el riesgo inminente de muerte hace que otros te lean y busquen ayudarte.

Esa tarde de junio, tres días antes de decidir matarme, apareció alguien que ofreció ayudarme en mi situación de vida. Me habló de energías.

Esa puerta que se entreabrió me permitió empezar a entender que la vida no era la desgracia que venía conociendo, y que había una esperanza.

A esa esperanza me aferré. Y me he venido aferrando por 22 años.

Y en esos 22 años de indagar en lo obvio y lo oculto, poco a poco empecé a construir tímidamente, muy poco a poco, con tropiezos, con caídas, con incongruencias y con muchos errores, las pequeñas cimientes de una autoestima que estaba totalmente desintegrada y pulverizada.

Yo no existía.

Y buscar existir pasó por etapas en las que desesperadamente buscaba amor.

Esa búsqueda de amor pasó por muchísimas veces en una búsqueda de aprobación sin dignidad.

Rechazos, desamores, traiciones, burlas. Burlas. Burlas.

Mi primera vez fue con mi mejor amigo de bachillerato y me enamoré como una estúpida. El chico me utilizó y yo no entendía que estaba jugando conmigo.

Pero yo era tan inocente en aquella época, que creía que las cosas eran así.

Luego, cuando logré cerrar esa historia, apareció este novio: se veía bonito, poético, real.

Cuando estás tan asfixiada y teñida de humo negro, a veces cuesta entender que la vida tiene una serie de ciclos, procesos. Y que en esta sociedad entregar tu cuerpo a la primera hace que el hombre ya pierda interés en ti rápido: que hay que hacerse esperar, para ir disfrutando el arte de conocerse y luego, amarse.

Con 18 años y las hormonas a punto, el atractivo en su apogeo y la desolación aplastándote, más bien te sientes como los perros sarnosos de la calle, que al primer cariño se van detrás de ti como penitentes.

Bueno, en ese contexto geopólítico, con tres meses y medio de gestación, el padre de la criatura y yo, conseguimos el dinero y fui a parar a una clínica clandestina en el casco histórico de Petare.

La clínica parecía un depósito de tortura.

Muchachas acostadas, adormecidas a los lados.

50.000 Bs costó la decisión.

El médico, cuyo nombre no recuerdo, era un hombre de unos 60 años, blanco, calvo.

No me vio a los ojos.

Se negoció la intervención. El padre del niño dio los reales y me pasaron a un cuartico. Ni siquiera era quirófano.

Estaba sucio.

Tenía baldosas azul y blanco.

Se me acercó un tipo a preguntarme cualquier cosa. Me inyectaron, y en eso me dormí.

No recuerdo más nada.

Desperté con la entrepierna ensangrentada.

“Ya está listo”.

“Tenía cuatro meses”, me dijeron.

De vuelta al “consultorio”, de paredes marrones de tablopán, mesa marrón. Conciencia marrón.

El médico de nuevo. No me veía a los ojos.

“Tómate tal cosa”. ¿Es un antibiótico? Pregunté.

No recuerdo la respuesta.

Ensangrentada, el chico me acompañó al metro y nos fuimos juntos.

No me acompañó a la casa.

Iba desmayándome, y un vecino me dio la cola.

Llegué a dormir.

Mis amigos espirituales, los que me hablaron del otro lado de la pared, fueron en mi auxilio, y logré pasar la tarde en casa de algunos de ellos a pasar el desangramiento. Me dieron de comer, y recuperé el color.

En la noche me tocó hacer de sirvienta, como era mi vida en esa época en casa: en el estado en que estaba me tocó cuidar de mi hermana y salir a hacer las compras para la casa. “Eres la muchacha de la casa”, me diría en una ocasión mi mamá.

Había decidido no tenerlo, porque tenía casi ocho años cuidando de mi hermana como si fuera mi hija, y quería tener algo de vida, coño. Sentía que la juventud se me iba a ir en cuidar muchachos. “Una no está para cuidar muchachos. Hay otras cosas, una vida qué atender”,diría mi madre en una ocasión...yo cocinaba.


Fui al ginecólogo a verme. Él desapareció, el padre. Más nunca llamó para saber cómo seguía yo. Ya estaba empatado con mi gran amiga.

En el médico me encontraron una enfermedad pélvica inflamatoria. Había una infección.

Yo no tenía plata, o no recuerdo.

La ginecóloga me condenó “Era una vida”. “¿Y mi vida qué? Interpelé”.

Ese día, sucedió algo que empezó a cambiar todo. Estaba nuevamente de compras de mercado y de niñera con mi hermana. Había comprado los antibióticos.  Por un instante vi lo que decía Demian de Hermann Hesse el “encontrarse uno mismo”. Vi la misma llamarada de luz en mi hermanita. Y luego en todos. No sé si habrá sido la presión de toda la situación, pero en fracciones de segundo experimenté lo que luego llamaría “Mi primer despertar”.

Por varios días lo comprendí TODO. Se me abrieron las puertas de la percepción, y por primera vez dejé de tener miedo.

Me atreví a confrontar a mi ex. Y hablé con mi madre, y le dije todo lo que había sucedido.

Por primera vez en mi vida pude hablar sin mentir, sin miedo a represalias, con dignidad.


Luego, decirle a mi papá: estoy infectada, aborté y necesito ayuda.

Él se quiso hacer el loco. Ella, mi madre, accionó y lo amenazó con llamar a la policía. Él nuevamente tuvo que responder a la fuerza.

Por primera vez pude decir mi verdad. Le dije todo lo que sentía, todo lo que pensaba de él. Sus humillaciones intelectualoides por yo ya no parecerle tan culta ni tan interesantes se las devolví en palabras.

Él tuvo que dar la cara. Fue a la casa de mi ma má. Mi papá no fue, y no dio la cara.

Ella, mi madre, denunció a la clínica clandestina y fueron presos todos.
A partir de ahí mi vida cambió para siempre. Él tuvo que ayudarme a pagar por el tratamiento médico y se retiró de mi vida con el rabo entre las piernas.

Ella, mi madre, me botó de la casa. Fui a parar a casa de mi papá, donde viví con él, su esposa y mis medios hermanos por siete años.

Fui un tema tabú para ambos padres por un buen tiempo.

Aún así, esa llamarada de iluminación que se me abrió, ese portal de entendimiento que me permitió entenderlo TODO de inmediato me había transformado y ya no tenía miedo.

Recuerdo que por haberlo entendido todo sentí una paz tan inmensa y una felicidad tan grandes que no tenía más qué hacer en este plano y que lo que me tocaba era partir...

Fue cuando sentí por primera vez la paz de la muerte, del pasar de plano.

Hay dos tipos de muerte: la muerte blanca y la muerte negra, y en menos de un año llegué a sentirlas de cerca a las dos.

Y a ambas las trascendí.

Decidí quedarme, y seguir.

Bajar a tierra de nuevo me tomó más tropiezos, y una nueva vida con una nueva familia. Conocer a mi padre de cerca, y enfrentarme a una enemiga acérrima que hizo lo indecible porque me fuera de su casa.

Todo lo que me salvó de mí misma fue mi decisión férrea de buscar a Dios.

Dicen que era varón. Que iba a ser como mi ex pareja y como mi madre. Iba a nacer a finales de noviembre, como el papá. Iba a ser sagitario.

19 años después reapareció el padre. A pedirme perdón.

Lo perdoné. Me perdoné y en tributo a su memoria él me hizo un tatuaje que me acompaña en mi hombro derecho. En tres horas de la sesión hablamos de todo lo que fue, lo que sentimos, lo que pasó, y quedó grabado para siempre ese recuerdo en mi piel.

22 años después le puse nombre. Se llama Lou.

Las otras tres experiencias y la pérdida son réplicas a menor escala de aquel primer movimiento telúrico grado 9 de Richter.



Al igual que en la experiencia imaginaria del principio, en los cuatro casos me hice media vuelta y seguí adelante, y el recuerdo se transformó en un vaho negro que quedaba a espaldas mías, y hasta hace no mucho entendí que debía darme media vuelta y voltear a entender qué era ese mal olor.

Cosa curiosa, hoy en la mañana salí del trabajo y vi a esa señora de la que estoy hablando  ficticiamente. Esta vez me detuve. Saqué de la cartera 50Bs. Le pregunté si tenía hambre, si había comido.

Se llama María y sí, tenía hambre. Que se para todas las mañanas hasta las 3 PM ahí. Quiero ver cómo la ayudo.

Me he ido parando poco a poco a verles la cara a mis cinco recuerdos, les puse nombre, los abracé, y son parte de mí.

En estos 22 años la espiritualidad me salvó de mí misma. La búsqueda a Dios me ayudó a aprender a amarme, y ha sido muy difícil y muy duro ver a la cara el hecho de haber matado a mis cuatro hijos. Solo cuando lo reconocí abiertamente, entendí que ese vaho negro y ese mal olor solo iban a desaparecer el día en que los viera a la cara y les hablara, como a la señora María.

También todo este tiempo ha servido para dar media vuelta y ver a los ojos a mis padres, a los exes, a todas esas experiencias desde otra dimensión, escuchar sus razones, motivaciones, y así poco a poco ir disolviendo grandes pesos que por mucho tiempo había venido cargando en mis espaldas: todos hacemos lo mejor que podemos, incluso cuando cometemos errores.

Ella, mi madre, una persona que también venía de historias muy duras, dolores, temores. Mi padre, sus temores, angustias...en medio de todo, y a pesar de todo, su apoyo incondicional, presencia y palabra han estado siempre, en aquella tragedia, y en todos estos años. “Todo lo que las madres hacemos, lo hacemos por amor”, diría un día mi vieja. Y es verdad, incluso haberles dado de futuro la muerte a esos seres, fue para mí lo mejor que en ese momento yo podía hacer.

Incluso aquellas parejas, y aquellas experiencias aparentemente fallidas. El miedo nos lleva a cometer locuras, y a sacar lo peor de nosotros, pero en el fondo nadie quiere conscientemente generar dolor.


Sirva este escrito para honrar la memoria de los cinco niños que me habitaron brevemente:

Lou,
Laura,
Leonardo
Sofía y
Pez.

Esta es la primera vez que me atrevo a escribir abiertamente al respecto, y la primera vez que volteo a verle la cara a esta hoja en blanco que tenía rato esperándome.

Estoy en proceso de perdonarme por todo este tiempo, por todas esas decisiones, aciertos y desaciertos, y por eso esta carta.

Que la eternidad los bañe de bendiciones, gracias por haber sido parte de mí. Gracias por haberme acompañado en los momentos más oscuros, y por haber aparecido para darme una oportunidad de creer en la vida. En su memoria, busco ser feliz, y estar en paz.


Gracias.