martes, 21 de marzo de 2017

Qué pasa cuando no es la mujer la que decide? Duelo post- IVE


He escrito, y  publicado varios testimonios y varios artículos al respecto, e hice especial énfasis en la semana del día internacional de la mujer. Porque justamente es uno de los temas pendientes, vigentes y más polémicos que siguen movilizando a cientos de miles de mujeres de todos los países del mundo.
 En nuestro país la Campaña Nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito ha realizado una gestión admirable. Seguimos marchando, movilizándonos  las mujeres, en cada fecha, en los encuentros regionales, nacionales, en las organizaciones intermedias, desde Socorro Rosa, y desde una multiplicidad de sectores, agrupaciones, partidos políticos, espacios de mujeres, colectivos feministas, etc. 
 El eje conceptual,  fundamento, y la síntesis  como estandarte o bandera de campaña  es “Educación sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar y Aborto legal para no morir”. A lo cual estoy, y estamos 100% de acuerdo, pero hay  algo de lo que todavía no se puede hablar, es como un tabú dentro del tabú y es del dolor después del aborto o de la interrupción de una gestación.
Y no se puede hablar por muchos motivos, entre otros porque hay un largo camino todavía para legitimar a la mujer sobre la autonomía de su cuerpo, de sus decisiones, de su protagonismo como sujeto de deseo, y sujeto de derechos.
Aquí voy a abrir un nuevo espacio, para abrir nuevos interrogantes. Qué sucede cuando la interrupción no es por voluntad de la mujer, sino de un tercero. Puede ser su compañero/pareja eventual, puede ser un padre, una madre, puede ser una coyuntura económica, una condición laboral, etc. Qué sucede cuándo se le impone a la mujer una decisión que no se siente como propia, bajo amenazas, por ejemplo de abandono de su pareja, o de abandono familiar, o de pérdida laboral, etc. 
Son muchos los testimonios, donde la mujer tuvo que tomar la decisión, donde aparentemente fue propia, y sin embargo luego con el tiempo, se revela que fue presionada por su pareja, terceros, o circunstancias. Pero ella, de no haber mediado esas circunstancias, de esa presión o directamente imposición del entorno, la mujer siente, que hubiera continuado adelante, que había un deseo propio, que no fue contemplado, que fue directamente arrasado, y que con los años no resuelve un duelo que ha quedado silenciado, la culpa, un dolor invisibilizado.
 De la pérdida de la posibilidad de ser madre en ese momento, y de la pérdida de ese hijo, que luego incluso con el tiempo, se idealiza,  la añoranza, el anhelo vivido como cohartado, Y se convierte  un duelo de muy dificil resolución, fundamentalmente por la culpa, por la responsabilidad, debido a que todos los que participaron en la decisión, luego desaparecen y ésta recae total y absolutamente sobre la mujer.
Justamente en estos casos, son los que debemos revisar y reflexionar. En qué medida la decisión de una mujer es propia, y en qué medida se encuentra atravesada por las voces, los discursos, los  atrapamientos  concientes e inconscientes, mandatos, creencias, valores, etc tanto de su pareja, familia y de su entorno social.
Sobre estos duelos, y con estas mujeres, con este dolor nos tenemos que involucrar porque son tantos los casos, donde la defensa por el derecho al aborto es absolutamente justa, pero hay una problemática mayor, que es de fondo, donde no sabemos quién decide detrás de la decisión de cada mujer.

Como mujer, como hija, como madre, como hermana, como amiga, como terapeuta, como facilitadora de espacios colectivos de mujeres, desde todos los roles posibles, nos involucro en esta pregunta, quién decide…? Me comprometo con cada una de las mujeres de mi vida, con todas las que me toca acompañar, ayudar a transitar esta pregunta con la mayor honestidad posible. Demos la bienvenida a la posibilidad de elegir desde la libertad y el empoderamiento femenino. Es tan valioso que te pronuncies a favor o en contra de continuar o no una gestación, lo único importante es que seas vos y desde vos y 100% vos, no permitas que otros lo hagan por vos !!!

jueves, 9 de marzo de 2017

La gran herida, la relación madre hija del Patriarcado

 En tantos años de consultorio, en mi experiencia como psicoterapeuta familiar,  la relación más dañada, profundamente dañada  es la relación madre/hija. La gran herida en la hija, es la madre del Patriarcado.
La niña aprende de su madre a contemplarse a si misma a través de la mirada del hombre”
“El hecho de que la niña viva la relación con las mujeres sólo a través del hombre, con esta especie de filtro que hay entre ella y la madre, es la razón más profunda de la división que encontramos entre una mujer y otra mujer; las mujeres estamos divididas en nuestra historia desde siempre, no sólo porque cada una de nosotras está unida socialmente a su propio marido, a los hijos –este es el aspecto visible de la separación-, la división se da a un nivel más profundo, al no conseguir mirarnos la una a la otra, al no ser capaces de contemplar nuestro cuerpo sin tener siempre presente la mirada del hombre.”
Lea Melandri
Es necesario hacer conciente  esta  triangulación vincular, por la cual las mujeres quedamos invisibilizadas, rivalizando, compitiendo, enfrentadas, roto el vínculo de esa simbiosis inicial de la vida, que es la relación madre-hija por la mirada masculina patriarcal.
Según Mary Daly  en “Gin-Ecología”:“Cegadas y des-alentadas por estas ataduras mentales, las hijas sienten enojo por la impotencia de sus madres ante el dominio patriarcal. Y sin embargo, el tirón hacia la madre siempre está presente: la hija la busca por doquiera. Deméter y Perséfone se buscan una a otra en todos los sitios equivocados, en rostros extraños y, lo más trágico de todo, en el varón . Las hijas buscan la madre perdida en sustitutos masculinos, volviéndose hacia ellos en busca de la divina chispa de estímulo que ellos no poseen ni pueden dar , ya que es la legítima herencia de nuestro propio género”                                                                       
El rol materno, tan dañado y tan sufrido por todas, este rechazo activo a ese modelo de mujer. Modelo que se despliega en una multiplicidad de subtipos,  en un abanico que va desde la sumisión, esa madre que sólo tiene ojos para el padre, en desmedro de sus hijos, a la  madre abnegada, la madre incondicional, que renuncia y posterga en todo por el bienestar de su familia. El prototipo de la víctima, la madre enferma que responsabiliza a todos por su infelicidad. En el otro extremo del abanico, la madre violenta, modelo que se observa también en  el arquetipo de la madre oscura de  los cuentos de hadas : la madrastra, la bruja, o maléfica.
En síntesis, es la madre que reproduce los valores de una cultura misógina, que reprime, condena, mutila, excluye, abandona y desprecia  a sus hijas mujeres. Madres que avalan en complicidad  las violencias y abusos masculinos patriarcales. El matriarcado que existe por detrás del patriarcado, como esa lucha de poder, las mujeres monopolizando el poder del hogar o lo doméstico, mientras los varones lo despliegan en el ámbito público.  Hijas que ya no denuncian a sus padres sino a ellas, porque no se pudieron defender a si mismas, ni las pudieron defender. Hijas que heredan de sus madres una herida que imprimirá varias generaciones de mujeres. Madres entregadoras, represoras, violentas también…
  “ Hay un  vacío que sienten las  mujeres de este tiempo, de esta cultura; un vacío que las hace sospechar que su naturaleza femenina, al igual que Perséfone, se ha ido al infierno. Ese vacío femenino no ha de curarse en conjunción con lo masculino,  sino por una integración de si misma, por reunificar el cuerpo madre/hija.”           
Mi tarea  central como terapeuta ha sido  ayudar a construir una mirada comprensiva y compasiva hacia  esas mujeres, nuestras  madres, para entender los avatares de un tiempo histórico, donde se vieron forzadas por supervivencia, por adaptación, por ignorancia a reproducir las aberraciones de las cuales fueron víctimas también.  Sólo una mirada desde la aceptación y el perdón nos va a permitir reconciliarnos con lo que nuestras madres han podido, con la tragedia que les tocó vivir.

Identidades... mujeres posibles... subjetividades...

Identidad Femenina
 S. Freud, médico neurólogo austríaco ( 1856-1939)  le debe la conceptualización del Psicoanálisis, a esas mujeres , que él llamó histéricas, que no encontraban otra manera de expresarse, que no fuera manifestar en sus cuerpos, cegueras histéricas, parálisis histéricas, y toda una vasta sintomatología que intentaba mostrar el grito ahogado del derecho a una identidad, a ser reconocidas por una cultura que el mismo Freud definió como “ falo céntrica”, con el tiempo la sociología y la antropología definieran  como Patriarcado.
“Es necesario reconstruir la contradicción hombre-mujer a partir de la negación del cuerpo de la mujer, y por tanto lo que en psicoanálisis tradicional aparece como el problema de la enfermedad, de neurosis, desadaptación, etc, se convierte en una contradicción material. La mujer se encuentra desde el principio sin una forma propia de existir, como si el existir de la mujer se hallase ya incluído en una forma de existencia (mujer, madre, hija) que la niegan en cuanto mujer. Ser madre significa existir y usar el propio cuerpo en función de un hombre, y por lo tanto una vez más, carecer de sentido y del valor de la propia existencia en todos los niveles. Esta negación de si misma es interiorizada a niveles tan profundos que es como si las mujeres a lo largo de su historia no hiciesen más que repetir esta experiencia de la autodestrucción. Por eso, el discurso sobre la violencia masculina, sobre la vejación, la dominación, los privilegios, etc. Seguirá siendo un discurso abstracto si no se tiene en cuenta el aspecto interiorizado de la violencia, la violencia como negación de la propia existencia. La negación de si misma empieza a funcionar desde el nacimiento, a partir de la primera relación con la madre, donde la madre no está presente como mujer con su cuerpo de mujer, sino que está allí como mujer del hombre, para el hombre…”
Lea Meandri


La raíz de todas las enfermedades, padecimientos, y sintomatologías de una mujer radica fundamentalmente en poner en primer lugar las necesidades de los demás, y por último las propias.  La identidad fundada en “ser-para-otros”, en vez de “ser-para-si”, es la clave para comprender la gran herida histórica de la mujer  como herencia cultural del Orden Patriarcal.

Sobre la identidad femenina, nuevos y viejos roles... nuevos atrapamientos...

 Con el avance de la modernidad,  y actualmente en la post-modernidad, hemos sumado a los roles tradicionales, el hogar, lo doméstico, la maternidad y la familia, los nuevos roles arquetípicos masculinos.  La mujer ingresa al mundo del “trabajo” en los inicios de la “Era Industrial”, mujeres obreras, en fábricas, jornadas completas, mujeres reemplazando a los hombres en épocas de guerras.  Actualmente mujeres capacitadas, intelectuales, artistas, profesionales, empresarias. Hemos ganado nuestros derechos, nos desarrollamos a la par de los varones, en algunos casos superamos  sus  ingresos, casos en los que ellos continúan administrando  nuestro dinero. Cargamos con los roles domésticos, y hemos salido al mercado laboral, duplicamos nuestra tarea, dentro y fuera del hogar. Y tuvimos que delegar en manos de terceros o instituciones, parte de la crianza de nuestros hijos.
En situaciones de separación, con o sin divorcio,  cuando el varón abandona el hogar, nos vemos convertidas  en  “jefas de familia”. Aparentemente  hemos delegado y perdido mucho más de lo que hemos conquistado, y estamos enfermas de agotamiento físico y mental extremo. El estrés se ha vuelto crónico, ya es nuestra forma de vida, hemos aceptado este “malvivir”, corriendo en jornadas interminables,  maratónicas.
 Una problemática central de la identidad femenina  actual,  derivada de  lo antedicho y agravada por la  presión de los modelos de belleza  y de éxito imperantes del sistema,  son  los niveles  de sobreexigencia desmedida, y la sobreimplicancia  en todo tipo de responsabilidades. Dando como resultado un   remix de  viejos y nuevos modelos y mandatos:   el   “deber- ser- una-  super-mujer”.
 La mujer multifunción , la mujer  “multitasking”, un nuevo concepto para describir, la capacidad de realizar varias tareas a la vez, esta capacidad de multiprocesamiento que tenemos las mujeres, donde terminamos  haciéndonos  cargo de una serie de situaciones, mochilas, tareas, roles, y de sobre-respuesta a las sobre-demandas y  a las expectativas de los demás.
Complacedoras compulsivas, con tal de obtener un lugar de reconocimiento, de recuperar un valor, buscando afuera, en el “otro”, esa validación, aprobación, valoración, que no podemos encontrar en nosotras mismas. Trampas, laberintos y  espejismos de un sistema que nos vuelve patéticas, enfermas, alteradas, histéricas, locas, jodidas, mártires, depresivas, anoréxicas, anorgásmicas,  alienadas, enajenadas, adictas, compulsivas  y masoquistas.
Ser nosotras mismas nos causa ser exilados por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren nos causa exilarnos de nosotras mismas.”           Clarissa Pinkola Estés

Mientras escribo  voy del dolor a la indignación, me pregunto si es necesaria tanta denuncia,  incluso puede ser molesto para muchos  y  resultar exagerado para el criterio de ciertos lectores. Estos calificativos son los que reciben mis congéneres y he recibido yo… Es lo que sentimos en silencio, lo que nos decimos a nosotras mismas, ignorando que lo hacemos. Ya lo hemos internalizado, está invisibilizado para nosotras mismas. Es un sistema de autodesprecio, de autodenigración, de autodescalificación, totalmente  autodestructivo, invalidante y  discapacitante.  Que nos mantiene pasivizadas,  fuera de los lugares de poder y de la toma de decisiones. Aún de aquellas decisiones que conciernen a nuestros cuerpos, a nuestro dolor, como nuestra salud, y nuestros duelos.

martes, 7 de marzo de 2017

El nudo central del duelo post aborto. La culpa omnipresente...

El  nudo central de este tipo de duelos, es la culpa. Con el aborto, el duelo clandestino, es aún mayor. La culpa en sí misma, es una programación central en la condición  femenina.
 Los dispositivos de culpabilización operan desde diversos ámbitos: familiares, religiosos, el Estado e incluso muchas veces viene desde el campo “psi”. (Ana María Fernandez)
En estos casos  la mujer lleva  como una “maldición”, en secreto, con el estigma de la culpa y la vergüenza, por  haber cometido un acto del cual no fue  ni del todo consciente,  ni del todo protagonista, sin embargo recae sobre ella  la sentencia y la condena  por un crimen no cometido.
 Se suma al cuento del  “pecado original”, de ese  acto sexual que en muchos casos, no es ni siquiera disfrutado, ni  elegido, cuando en muchos casos,  directamente es coercitivo, en relaciones no consentidas, forzadas y  transitorias. Son las mujeres mayormente las que deciden cuidarse, porque saben que las consecuencias las llevan en su cuerpo,  y  son muchos los varones que  rechazan el uso de preservativos, con cualquier justificación, solo al servicio de su placer.
No puedo dejar de reiterar, la necesidad de tomar conciencia y actualizar la legislación, con todos los casos de abuso, incesto, y violaciones. La situación actual es alarmante, basta con escuchar los medios de comunicación.  La forma de difusión de la información, no obstante, no ayuda, pareciera que al revés, motivara en la amplificación de los delitos sexuales.
 Se está trabajando sobre un proyecto de Ley de Interrupción voluntaria del embarazo.  Mientras tanto se trabaja con un Protocolo de Interrupción Legal del Embarazo, donde se contemplan los casos resultantes de relaciones no consentidas, o violaciones, de si estuviera en riesgo la vida y la salud de la mujer, y si existieran malformaciones fetales graves. Protocolo que no se respeta en todas partes, y que sabemos que no es suficiente. Ya que mientras tanto siguen muriendo mujeres, deteniendo y encarcelando a otras tantas.
“Los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y no pasar vergüenza. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Se nos mueren nenas en las villas y en algunos Sanatorios hacen fortunas sacándoles la vergüenza del vientre a las ricas. Con el divorcio decían que era el fin de la familia y sólo fue el fin de la vergüenza de los separados ilegales. Con el aborto legal no habrá ni más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar.”
Rene Favaloro, 1998


 Luego del aborto,  se observa en la mujer,   cómo se activan mecanismos  de violencia  hacia sí misma,  quizás, como formas  de expiación y penitencia. Y se sigue  adelante con esa sombra de ese dolor  por mucho tiempo. Bloqueando sus  potenciales, enfermas,  impostando en apariencia un bienestar que no es genuino. Tapando duelos, de todo tipo, uno más de una larga lista. Hasta que por cualquier detonante, la mujer llega a la consulta, derivada por otro profesional, y luego de comenzar la terapia, después de trabajar los motivos de la consulta, allí aparecen,  después de mucho tiempo, él o los abortos, de los que jamás se  pudieron hablar… Después de 10, 20, 30 o 40 años… intactos.

Semana dedicada al duelo post IVE (Interrupción voluntaria del embarazo)

Acá me voy a detener para explicitar dos escenarios diferentes:  las mujeres en situación de pobreza, las de mayor vulnerabilidad quedan fuera del circuito clandestino, y por las condiciones en que realizan el aborto, ponen en riesgo su vida.  Cuando llegan al hospital público, son maltratadas y denunciadas, por estar fuera de la ley, por lo cual pueden ser detenidas y encarceladas.  Por otro lado las mujeres de clase media pueden acudir al mercado clandestino del aborto, que es costosísimo, en el cual también reciben maltrato, y las condiciones son en la mayoría de los casos, deplorables.  Dejando en ellas también la impronta del daño psico-físico severo, como reflejan sus testimonios.
 Mi  hipótesis - resultante de las consecuencias del aborto clandestino-  es que deriva en un  “duelo clandestino”, pudiendosé derivar en algunos casos en un  duelo patológico.  Considero que las secuelas posteriores, los estragos en la salud física, mental y emocional de la mujer, no tienen tanto  que ver con la situación de la interrupción voluntaria del embarazo, sino con su condición de clandestinidad.  En mi experiencia clínica, el mayor agravante  es  la condición del  secreto, ocultamiento, miedo, culpa,  vergüenza, soledad,  aislamiento,  auto-condena y  condena social, reitero, todo esto es mucho más patológico,  más aún que la pérdida, que la interrupción voluntaria en sí misma.
Develar estas cuestiones es algo fundamental, porque es comprender que el daño psíquico y la vulnerabilidad somática, no tienen que ver tanto  con el aborto, sino con su clandestinidad.  Es el silencio, el miedo, la culpa, la vergüenza, la autocondena, todo esto es lo que nos enferma y nos puede llevar a la muerte.
Develada esta clave,  que es la cuestión ideológica valorativa, de creencias, de un viejo paradigma condenarorio, es que las mujeres somos crucificadas, estigmatizadas, y  penalizadas  por un tiempo histórico actual, así como nuestras antecesoras murieron en la hoguera. En la actualidad los dispositivos femicidas son más sutiles, la fuerza de la  ideología imperante parecería ser más que suficiente para el exterminio  de unas cuantas generaciones de mujeres.
En Argentina la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito postula como estandarte “Educación sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal para no morir”. Entre otros conceptos, afirman que el aborto clandestino es la principal muerte de mujeres gestantes, en su mayoría pobres. Afirmando que  las muertes por el aborto clandestino son el femicidio a cargo del Estado.
“Para el sector social más desfavorecido, los dispositivos de poder operan con toda la violencia represivo-genocida, como sólo el Estado puede ejercerla, sólo que en este caso no busca matar, sino que deja morir”
Ana María Fernandez

lunes, 6 de marzo de 2017

Cuando la culpa es estructural...


La culpa es una programación central de la condición femenina, producto de una cultura androcéntrica y patriarcal. Pero además la culpa está en el centro de todos los programas en la vida de la mujer. Ha sido la mejor forma de opresión y dominación. Desde el cuento del "Pecado original... en adelante... Hoy por hoy la interrupción voluntaria del embarazo, es uno de los tabúes más grandes de la sociedad, y nos sumamos a las campañas de concientización para romper el silencio. Y así permitir a la mujer sanar una herida tan actual como ancestral. Del dolor desautorizado de las pérdidas gestacionales espontáneas, aquí estamos frente a un dolor no solo desautorizado sino prohibido y clandestino... Duelos clandestinos, dolor clandestino... Lo que deja a la mujer en un estado mayor de sumisión, de indefensión, y la lleva gradualmente a la desconexión con su fuerza vital, con su vida, a la desconexión total con su alma..., en muchos casos a la enfermedad, en otros casos a las distintas formas donde una mujer deja de vivir, ausente para si misma, diferentes formas de depresión disfrazada o encubierta, procesos oncológicos, autoinmunes, finalmente en muchos casos a la muerte.






Publicar esta nota implica tomar conciencia de una de las problemáticas más serias, epidemiològicamente no estudiadas, ni abordadas, a modo de sumar  en una campaña educativa y de conciencia en la semana por el día internacional de la mujer.

El duelo luego de una Interrupción voluntaria del embarazo.

Voy a hacer mención del proceso de duelo cuando el aborto es inducido. Cuando una mujer, llega a la instancia  de tener que tomar este tipo de decisión, está en una situación verdaderamente límite, donde siente que también está en juego su vida, su presente, su futuro.  No es una decisión trivial, superficial, es la decisión más dolorosa que tal vez tenga que tomar en toda su vida.
Uno de los aspectos  centrales de este tipo de duelo, cuando hay aborto producido, es que la decisión recae sobre la mujer, cuando la responsabilidad es compartida.  Sin embargo, son  extraordinarias las situaciones en que la decisión es consensuada y acompañada en la pareja.
 Son muchos los casos que he tratado, en los cuales, estos hombres  estuvieron presentes, estando ausentes. Es decir,  en un lugar pasivo, delegando a la mujer, “hacé lo que vos quieras”, y luego con el tiempo, la vuelta desde el  reproche, cuando ellos pueden tomar conciencia que también fueron padres y perdieron a esos hijos. La mayoría de los casos que atendí derivó en separaciones.
 En los casos que las mujeres, fueron acompañadas por sus parejas, luego refieren haberse sentido solas, no haber tenido una palabra o un gesto de afectividad, y tampoco haber podido conversar sobre lo ocurrido por muchos años.
Son situaciones complejas y delicadas, ya que la decisión aparentemente es de la mujer, pero  en realidad “recae” sobre ella, todo el peso de los mandatos, los modelos, los juicios de valor, el miedo, la violencia y la condena social.
Sabemos que tanto los abortos naturales, como todos los abortos, son – casi sin excepción- patrones de repetición, campos de resonancias de generaciones anteriores, que fueron vividas en secreto, en el ocultamiento. Mujeres que ayudaban a abortar a otras mujeres, y lo escondían por temor a la autoridad paterna y masculina. Esas mujeres en la historia, fueron condenadas, parias, excluídas del sistema. No había opción, si lo tenían como madres solteras, eran doblemente condenadas, en algunos casos obligadas a casarse, en otros, abandonadas. Y las que optaron por interrumpir su gestación, pusieron su vida en peligro,  sobrevivientes, con el programa del aborto inscripto en su cuerpo, psiquismo y emociones.
La situación social hoy en la actualidad sigue siendo muy delicada, todavía la legislación sobre el tema dista de aproximarse a la realidad de muchas mujeres. Sin intentar realizar un análisis social más profundo, me voy a remitir a los casos, con los cuales me ha tocado trabajar. Han sido mujeres, que no lo han  podido compartir ni con sus parejas, ni con sus familias, porque no tuvieron la contención ni la comprensión necesaria que se requieren  estas situaciones. Lo han realizado en lugares clandestinos, han pagado mucho dinero. Luego, lo han llevado en silencio, no se permitieron tomar conciencia, ni tampoco  pedir ayuda.

Son encrucijadas existenciales, tan dramáticas, que luego de abortar, y silenciar sus duelos, continúan adelante, pero con secuencias posteriores como separaciones de la pareja, otro tipo de pérdidas, accidentes, sintomatología psicosomática, y se convierten como hemos dicho antes, en duelos cristalizados y detenidos en el tiempo.   Que se traducen en situaciones de riesgo para la salud de la mujer, como depresiones, melancolías, enfermedades autoinmunes, oncológicas, etc.


viernes, 3 de marzo de 2017

Honro mi vida y honro la vida de cada ser. Guillermina Cavehaghi.

Mi nombre es Guillermina, nací el 25 de julio de 1979, en Bragado, provincia de Buenos Aires.
Conocí felizmente a Andrea hace muy poquito en un viaje espiritual maravilloso.
Cuando contó que estaba escribiendo su primer libro de almas recurrentes, no dudé en comentarle mi experiencia, que por esas maravillas del Gran espíritu y de su  alma noble hoy tengo el agrado de poder compartirla con todas las almas que están ahora leyendo estas líneas.
Soy miembro de una familia de 5 integrantes, mi mamá Amanda, mi papá Humberto, mis hermanos mayores, Sebastián de 47 años y Ezequiel de 44 años. Hoy todos tenemos nuestros propios niditos, y así van creciendo las ramas del árbol.
Soy un alma inquieta y curiosa, desde muy temprana edad comencé a preguntarme muchas cosas acerca de la vida, el origen de la humanidad, el alma, el espíritu, Dios, y charlaba mucho con mi mamá  y mi hermano menor acerca de estos temas.
Un día, preguntando sobre la composición de la familia, los integrantes, etc.,  mi mamá me cuenta que cuando quedó embarazada de mí estaba llena de miedos porque creía que ya era muy vieja para tenerme (en ese momento tenía 37 años, mi edad actual, muy joven, jijiji, además no hay una edad específica para tener un hijo, creo yo, las almas venimos cuando tenemos que venir y de la misma manera nos vamos, cambiamos de estado, pero eso es un capítulo aparte), bueno la custión es  que, mientras ella me contaba eso, mi hermano Eze, me dice: lo que pasa es que mamá perdió un bebé antes que vos llegaras, y ahí entendí sus miedos. Mi mamá me gestó con ese miedo, y otros que fuimos charlando y sanando a medida que crecíamos como familia, a medida que íbamos  viviendo.
Cuando nació mi primer hija empecé a ser más consiente de todo lo que le ocurría a mi mamá y por consecuencia más amorosa con ella y conmigo, luego llegó mi segundo hijo Ulises, dos grandes maestros para mí, me llevó mucho tiempo dejar de juzgarla y poco a poco fuí sanando cosas en mí, así ella también se iba liberando, y  todo el árbol.
Un día del año 2014 decidí trabajar con  la ombliguera de obsidiana, una hermosa piedra volcánica que nos ayuda a sanar la vida intrauterina, las relaciones, etc.  Esta piedra abre las memorias y nos muestra en sueños y visiones muchas realidades internas, realidades del alma, nuestras sombras, y así las traemos a la conciencia y tenemos la posibilidad de transmutar, liberar, sanar y traer a la luz todo lo que nos esté limitando, así fue que una noche estaba entre dormida y llegó esta visión o mejor dicho vivencia, porque fue sumamente real…
Estaba en el cielo, con nubes,jugando, había un océano de agua cristalina y algunas escaleras, si escaleras sin principio ni fin. De pronto una voz me dice: “es el momento de saltar, ten en cuenta que vas a sentir que te estás ahogando, pero una vez que pasás,  esa sensación desaparece”, era una voz conocida para mí, sentí que era uno de mis guías.
Me preparé para saltar al agua, salté, sentí que me ahogaba y de repente me encontré en el  mismo lugar, ese cielo inmenso, con agua, nubes y escalera, la voz me dijo: ¿que pasó? A lo que yo respondí: te dije que no lo iba a lograr, la voz dijo: no importa hay otra oportunidad, no pasa nada, vamos de vuelta, acordate que no te ahogás, tenés que pasar esa sensación de ahogo y listo. Así fue que respiré profundo me lance nuevamente al agua y de repente me veo durmiendo en mi cama con mi compañero, mi gata que pasa corriendo y me despierto gritando: ya nací, nací.
Tuve una sensación de alivio y alegría absoluta, y dormí toda la noche, felíz.
Al otro día le conté a la persona con la que estaba haciendo el seguimiento de los sueños de obsidiana y ella me preguntó si mi mamá había perdido algún embarazo antes que yo viniera, ahí recordé ese relato de mi hermano cuando me contó de la pérdida del embarazo de mi mamá.
Fue realmente revelador, liberador y sanador comprender que era yo misma la que ese día no había llegado y que pude volver!
Fui a charlar con mi mamá y se alegró mucho al saber que ese bebé que no nació en ese momento era yo misma que no pude llegar porque todo es perfecto y tiene un tiempo exacto y preciso para ir descubriendo la verdad del corazón.
Esta experiencia nos ayudó a comprender, a vivenciar más conscientemente que el tiempo del alma, del universo, no es el mismo que el de la tierra, mi madre perdió ese embarazo el 18 de junio de 1976 y yo volví el 25 de julio de  1979, 3 años después, unos minutos en el no tiempo álmico.  Cerró también su duelo, trajo alegría, felicidad, y como todo es tan perfecto, el día que mi madre, o sea que yo no puede llegar, ese 18 de junio de 1976, mi prima, por parte de la familia de mi padre,  cumplía 15 años y mi mamá estaba haciendo la torta de su festejo, cuando tubo ese aborto espontáneo, eso la ayudó a mi mamá a recordar la fecha, habló con mi prima, quien practica la religión mormona, le contó mi sueño, mi trabajo y ella se quedó sorprendida y agradecida, porque también sentía que estaba sanando parte de su árbol, del linaje, ella había hecho el árbol genealógico hasta el año 1000, y si bien nuestra relación es por parte de mi papá la sanación es expansiva, por eso cada vez que lo cuento agradezco y honro la grandeza del Gran espíritu, de la fuerza creadora, de esa energía inteligente a la que muchos llamamos DIOS, DIOSA, LUZ, y el nombre que cada uno siente, pero que es una sola corriente de Amor, del amor más puro, entonces siento que con cada experiencia que cada uno tiene, vamos sanando Todos y así nos acercamos cada vez más a la VERDAD.
Agradezco inmensamente esta oportunidad de compartir, siento que es uno de los regalos más maravillosos que nos da la vida en la Tierra.
HONRO MI VIDA Y POR ESO HONRO LA VIDA DE CADA SER, SIENTO QUE TODOS DE ALGUNA MANERA SOMOS ALMAS RECURRENTES Y QUE EN EL COMPROMISO QUE CADA UNADE LAS ALMAS TIENE  VAMOS TRANSITANDO EN PERFECTA ARMONÍA DENTRO DE LAS FAMILIAS RESPETANDO NUESTROS PROPÓSITOS TAN SAGRADOS, TAN DIVINOS, EN TOTAL PERFECCION.
GRACIAS HERMOSA ANDREA POR TU LABOR TAN AMOROSA.
Mi mayor deseo es que este relato llegue a tocar sus corazones para que podamos CON HUMILDAD Y EN TOTAL  UNIDAD,   descubrir la verdad que nos habita, la verdad que SOMOS, y vivir esta experiencia humana en el Amor incondicional, la Gratitud y la alegría permanente.
FELIZ VIDA.
En servicio,

Yihael, Guillermina Paula Cavenaghi.